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Jun

2018

Mientras que las regiones del centro y sur del Perú se han movilizado por el alza de la gasolina e impuesto selectivo al consumo, en la capital, sorprende la reacción pasiva de la ciudadanía.

Por Carlos Hakansson. 26 junio, 2018.

Fuente: Diario Correo

La huelga general en el Cusco, producida a consecuencia del alza de la gasolina e impuesto selectivo al consumo, ha dado lugar a un conjunto de réplicas en otras regiones al sur del país; Tacna, Puno, Moquegua se han sumado a la protesta y llama la atención la pasividad de la ciudadanía capital para reaccionar. El que calla otorga.

El temperamento de las regiones del sur del país resalta especialmente durante los procesos electorales, convirtiéndose en determinante para los resultados en segunda vuelta; sin embargo, no se trata de una acción aislada, coyuntural, sino formada a partir del centralismo y como medio para alzar su voz de disconformidad contra quienes toman las decisiones políticas.

Sin bien toda manifestación de protesta debe realizarse respetando el orden y la propiedad pública, lo lógico es que se promuevan desde la capital de la república, centro de la institucionalidad político nacional, por su repercusión en todo el país. La llamada desafección política aludida por el politólogo Carlos Meléndez, parece estar situada al centro y norte del Perú, pero el sur tiene otro temperamento, interpretación de lo ocurrido y reacciones propias de un centro político, con su propia personalidad y modo de protestar contra el gobierno.

Por eso, todas estas acciones que pueden ser explicadas por la historia y la sociología, nos llevan a pensar en la existencia de una capital de comportamiento formal (Lima) y otra de tipo material (Cusco).

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